La Nueva Ruta de la Seda a casi cinco años de su inicio, ha devenido en una formidable realidad que agrupa a más de 140 naciones en el mundo de todos los continentes, credos y lenguas, unidos en el propósito compartido de unir al planeta con grandes proyectos ferroviarios, hidráulicos, portuarios y corredores industriales. La élite china dirigida por el presidente chino Xi Jinping, anunció que en la Nueva Ruta de la Seda llego el momento de ir más allá de la mera inversión en infraestructura, para escalar intensivamente en la frontera de la ciencia y la tecnología.
Esta gigantesca inversión planetaria actúa ya como una fuerza física eficiente en el universo, que genera trabajo, de este trabajo generado surge a su vez una fuerza ampliada que da origen a un trabajo de otro orden de magnitud, en una función espiral continua. Este proceso económico ampliado, exhibe la característica negatoentrópica distintiva de la vida y del desarrollo del universo, en contraposición a la creencia suicida impuesta arbitrariamente de que al universo se le acaba la cuerda y va a un estado entrópico. La Nueva Ruta de la Seda es un principio físico eficiente actuante en el universo, en la sociedad humana vista como una individualidad indivisible y en la mente soberana del individuo, en una relación funcional.
África es el continente, en donde los imperios más se han y se están ensañando y perpetuando, y es precisamente ahí, en donde la Nueva Ruta de la Seda actuando como principio físico no mediado, pateo el tablero imperial-el medio con sus reglas- de manera notable, y su acción está generando una nueva elite política que en alianza con china, está resuelta a construir los grandes proyectos de infraestructura que levantaran al continente africano y lo desarrollaran industrial y agrícolamente.
Ni del “hartazgo” ni de la propia desintegración de un sistema financiero imperial, surge un gran cambio legítimo, este es consecuencia del efecto de un principio de cambio universal.
En México, los principales candidatos a la presidencia de la República han expresado “su compromiso” de hacer de México una gran potencia económica. El próximo presidente de México a menos que ocurra una guerra nuclear- estará ante un nuevo escenario dinamizado por el poderoso efecto que viene de la Nueva Ruta de la Seda. La gran potencia económica no surgirá del contenido “programático” que predomina en el proceso electoral presidencial, que no es otra cosa que la brutal expresión de la potencia usurpadora que ha impuesto sus reglas al medio en las últimas tres décadas. La futura potencia económica no saldrá de las tesis neoliberales ni keynesianas, ni de la legalización de la drogas, ni de la agenda de la “transparencia”, ni mucho menos de la “adopción” del régimen de los súbditos. La gran potencia económica mexicana surgirá necesariamente del efecto del nuevo principio físico eficiente portador del Nuevo Paradigma, que viene de Eurasia.