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Karen Armstrong: “Nuestro laicismo está pasado de moda”

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La pensadora británica escribe en defensa de las religiones alejada de los dogmas. El secularismo, advierte, nunca podrá imponerse al mundo musulmán desde el exterior

 A los 18 años se metió a monja católica, pero admite que era “una monja muy mala”. En vez de seguir esa vocación, Karen Armstrong (Wildmoor, Worcestershire, 1944), inglesa de ascendencia irlandesa, dedicó su vida a conocer a fondo todas las creencias —cristianismo, islam, judaísmo, budismo o hinduismo— desde fuera de los dogmas. Se alejó de la fe, pero tampoco se define como agnóstica: su religión ahora es el estudio de las religiones.

Frente al activismo ateo, un laicismo que considera agresivo y los crecientes recelos contra el islam, Armstrong defiende una visión comprensiva del hecho religioso y, sobre todo, de la tendencia humana a la búsqueda de la espiritualidad. Miembro del grupo de expertos para la Alianza de Civilizaciones en la ONU, Armstrong es autora de 25 libros sobre este tema, articulista en prensa, conferenciante en foros como el TED, que le dio su premio anual en 2008, y promotora de la ‘Carta por la Compasión’, un documento que aboga por el entendimiento entre culturas y credos. Su iniciativa recabó la firma de premios Nobel de la paz como el Dalai Lama o Desmond Tutu, de la reina Rania de Jordania, el empresario Richard Branson o los músicos Peter Gabriel y Paul Simon.

Tiene dos obras traducidas al español en las estanterías de novedades. Una es la reedición deHistoria de la Biblia (Debate), escrita en 2007, en la que explica el origen de los libros y la evolución de cómo se ha interpretado desde que se pusieron por escrito tradiciones orales diversas de Israel y Judea hasta hoy. La otra es Campos de sangre. La religión y la historia de la violencia (Paidós Orígenes), de este 2015, en la que combate la idea de que la intolerancia o el terrorismo vengan implícitos en la tradición religiosa. Más bien al contrario, explica cómo el nacimiento de esas creencias favoreció la solidaridad en las muy crueles sociedades agrícolas del primer milenio antes de nuestra era. No es tan reciente, pero sí imprescindible, su Islam, de 2001(reeditado por Debate en 2013), en el que intenta combatir la ignorancia sobre esa cultura.

Recibe en una coqueta casa adosada, situada en una tranquila calle rodeada de tiendas de antigüedades del barrio londinense de Islington. El hogar parece un museo romántico por su mobiliario tradicional. Y alberga enormes bibliotecas hasta en el hueco de la escalera.

PREGUNTA. Sostiene que las religiones hacen bien a la gente. Pero ¿están en lo cierto? ¿Existe un dios, un cielo?

RESPUESTA. En el mundo moderno, tenemos una idea muy primitiva de Dios: que hay algo allá arriba que creó el mundo y escribió un libro, que sabe las cosas y piensa como nosotros... Esa idea de los primeros libros de la Biblia es un paquete para principiantes, algo con lo que empezar. Mucha gente en Occidente oye hablar de Dios por primera vez igual que de Papá Noel. Dios refleja una capacidad de los seres humanos, de su mente, de tener experiencias trascendentes.

P. La religión ¿es una creación humana?

R. Sí.

P. ¿Y está perdiendo terreno según avanza la ciencia y el racionalismo?

R. Está perdiendo terreno en Europa, pero Europa se está quedando muy pasada de moda en su secularismo. En otros lugares la gente se está haciendo más religiosa, para bien o para mal. En la religión hay de todo, como en el arte, el sexo o la gastronomía. Hay excelente arte, o sexo, y muy malo. La idea de que la religión es dañina no es muy inteligente.

En el mundo moderno tenemos una idea muy primitiva de Dios. La gente oye hablar de él la primera vez como de Papá Noel

P. Richard Dawkins nos dijo que no debemos educar a los niños en el pensamiento mágico, ni en dioses ni en hadas.

R. Dawkins tiene una idea muy equivocada de la religión. Creo que los chicos deben ser educados no de una forma sectaria, pero sí para entender la religión porque es un hecho en la vida humana. Igual que la cultura o la economía.

P. ¿El laicismo puede ser intolerante?

R. Sí puede serlo, como la religión, porque somos gente agresiva. Hay quien dice que la religión está detrás de todas las guerras, pero aquí en Occidente tuvimos dos guerras mundiales, el Holocausto, elgulag, Hiroshima. La Revolución Francesa fue un gran momento en la historia europea pero causó miles de muertes.

P. Pero no es intolerante separar religión y política.

R. Creo que esa es una buena idea, y es una buena idea para la religión. Porque una vez que la religión tiende lazos con los aparatos del Estado pierde muchos de sus ideales. El problema es que en muchas partes del mundo la secularización se hizo de forma agresiva. El sha de Irán Reza Phalevi utilizaba a hombres armados para quitar el velo a las mujeres. Y ordenó al Ejército usar las armas contra cientos de manifestantes pacíficos. Hubo cientos de muertos. Tenemos el caso de Egipto, que tuvo campos de concentración para los Hermanos Musulmanes, o de Atatürk, relacionado con prácticas de limpieza étnica. En muchas partes del mundo el secularismo no ha sido liberador. Debemos avanzar en la secularización pero de forma gradual. A nosotros nos llevó tres siglos y se quiere hacer en unas pocas décadas, sin que se desarrolle naturalmente. No es algo que se pueda imponer desde el exterior.

P. Dice que en ausencia de religión, la gente busca experiencias místicas en la música, el sexo o las drogas.

R. Buscamos experiencias trascendentes, salir momentáneamente de nosotros mismos, en el arte, en la belleza, en el sexo. Es algo que forma parte de la humanidad. Antes de que existieran los museos o el disco compacto, la forma de buscar el arte era la religión. Como el mejor arte, la religión da la posibilidad de escapar del horror que nos rodea y buscar sentido para nuestras vidas.

P. Señala que el fundamentalismo es un fenómeno muy moderno, una reacción a la colonización, el laicismo, Darwin o la Ilustración. ¿De verdad nadie interpretaba literalmente los libros sagrados en el pasado?

R. No.

Palabra de Armstrong

La Alianza de Civilizaciones. “Pienso que aún es una buena idea tratar de analizar las causas del extremismo, pero ha perdido parte de su espíritu. Se hacen largos discursos, pero ¿qué vamos a hacer prácticamente? Nos queda mucho trabajo concreto por hacer.

El debate del velo. Prohibir el uso del pañuelo islámico, como en Francia, “es contraproducente. Cuando se prohíbe, muchas mujeres se lo ponen otra vez. No quiero ni que les pongan el pañuelo a las mujeres ni que les pongan ropa occidental. Tampoco nuestra forma de vestir es sagrada”.

El sexismo. “Todas las religiones son patriarcales, porque son controladas por hombres. Además, el fundamentalismo se rebela contra la modernidad, y la mayor participación de la mujer es una seña de modernidad. Pero, en su origen, el cristianismo y el islam tenían un buen mensaje para las mujeres”. Eso sí, en represión de la sexualidad "el cristianismo ha ido más lejos que ninguna otra religión que haya estudiado”.

EE UU tras el 11-S. “Allí hay una ignorancia masiva sobre el resto del mundo en general, y sobre el islámico en concreto, y eso crea tensiones. He pasado momentos terribles: decir cualquier palabra positiva sobre el islam se veía antisemita”.

P. Y dice que a los autores de la Biblia no le importaban las incoherencias. ¿De verdad no importan?

R. No. No podemos pensar que esos libros descendieron del cielo. La Biblia es una biblioteca elaborada durante siglos. No sabemos cuál fue el uso original de esos libros. Se convirtieron en algo sagrado después de la caída del templo de Jerusalén en el siglo VI antes de Cristo. Los judíos hicieron de la Biblia su templo. Cada vez que uno se enfrentaba a los textos sagrados tenía que usar su imaginación para encontrar un sentido diferente para su comunidad. Los católicos no leen mucho la Biblia. Es una colección de libros muy difícil. Calvino vio que muchos científicos estaban preocupados porque los descubrimientos contradecían los textos; y él respondió que si Júpiter es más grande que la Luna, no había problema porque la Biblia no está hablando de astronomía. Si quieres saber de astronomía ve a otro lugar. Mucha de la gente que lee la Biblia literalmente es calvinista, pero Calvino no lo habría aprobado. La doctrina de que cada palabra de la Biblia es cierta, como el controvertido dogma católico de la infalibilidad del Papa, surgió a finales del XIX. Fue un deseo de encontrar certezas en un mundo moderno en que todo se cuestionaba, como un niño buscando seguridad.

P. Pero mucho antes de esos fundamentalismos existió, por ejemplo, la Inquisición.

R. Sí, pero eso no iba sobre la Biblia. La Inquisición iba sobre todo sobre política interna en un tiempo en que España se enfrentaba a la amenaza del imperio otomano, estaba en la línea del frente, había caído Granada y el país tenía unas comunidades musulmana y judía. Se intentó unir al país luchando contra un enemigo común. Lo que llamamos herejía es casi siempre política.

P. Tampoco fue un fénomeno limitado a España.

R. No, lo tuvimos también aquí. La Inquisición mató a menos gente que lo que los católicos y protestantes mataron en Europa tras la reforma. Pero se convirtió en un símbolo del catolicismo ante los protestantes, símbolo del horror absoluto.

P. La España de los Reyes católicos ¿perdió una oportunidad histórica de convertirse en un ejemplo de país multicultural para Europa occidental cuando expulsó a musulmanes y judíos?

R. Absolutamente. En España había convivencia. Cuando se introdujeron esas medidas muchos españoles se horrorizaron. El antisemitismo es algo característico de Europa occidental que no tenían los musulmanes.

P. Algunos autores creen que se ha idealizado la convivencia en Al Andalus.

R. Cuando la gente convive siempre hay tensiones. Era mucho mejor de lo que ocurría en el resto de Europa.

P. La cristiandad y el islam llevaban siglos guerreando. Pero ¿cuál es el origen del antisemitismo?

R. El islam era lo que hoy son los Estados Unidos. Estaba en todas partes. En un momento en que, tras la caída del imperio romano, Europa cayó en un nivel muy bajo de civilización y desarrollo, aunque no España gracias al islam. En el siglo XIV, empezó la modernización que nos transformó de una economía agraria en una comercial. Eso ocurrió en las ciudades. A los judíos se les asociaba con esa nueva economía, que fue una ruptura social.

Armstrong, ante una de las muchas bibliotecas que alberga su casa. / CARMEN VALIÑO

P. Usted defiende que el Corán es un mensaje de paz.

R. Sí.

P. Y que Mahoma fue más un pacificador que un guerrero.

R. A diferencia de Jesús, Mahoma se convirtió en jefe de Estado cuando todo Estado tenía que hacer la guerra. Cuando fue atacado por La Meca, tuvo que combatir. La historia dice que Mahoma levantó un imperio sobre todo mediante la diplomacia. Nosotros en Occidente tenemos la idea de que el Corán es sobre la yihad. Layihad y sus derivadas aparecen más de 40 veces en el Corán, solo en diez referidas a la guerra. La yihad también es la mejora personal, compartir con los pobres. Mahoma llevó la paz a Arabia y gestionó la unificación mediante la diplomacia.

P. Tanto en el Corán y la vida de Mahoma como en la Biblia uno puede encontrar justificaciones para la violencia.

R. El Corán tiene una actitud mucho más positiva hacia las demás religiones que ninguna escritura hasta ese momento. Dios le dice a Mahoma que la diversidad religiosa es parte de su deseo.

P. ¿Qué piensa cuando grupos violentos como el Estado Islámico proclaman que son los auténticos musulmanes?

R. Mucha de la militancia en el Estado islámico no era particularmente religiosa sino que procede del régimen de Sadam Husein, socialista y laicista.

P. Pero ¿por qué es tan magnético el Estado Islámico para tantos jóvenes occidentales? ¿Hay una motivación religiosa en los que marchan a combatir?

Los jóvenes que van a combatir no lo hacen movidos por el Corán, sino por el sufrimiento de los musulmanes

R. Es complicado. A muchos jóvenes que fueron a la yihad contra la Unión Soviética en Afganistán, y luego a Al Qaeda, no les movía la lectura del Corán sino por las imágenes de sufrimiento en el mundo islámico, en Palestina, en Líbano. Más recientemente en Abu Ghraib. Oficiales de la CIA que han entrevistado a personas en Guantánamo, después del 11-S, descubrieron que la mayoría eran conversos que no sabían mucho del islam. Dos jóvenes que abandonaron el Reino Unido hacia Siria hace un año habían encargado en Amazon un libro: Islam for dummies (El islam para torpes), lo que dice mucho del nivel de su compromiso religioso. No es muy distinto a lo ocurrido durante la Guerra Civil española, cuando mucha gente viajó allí a combatir el fascismo. La gente joven ama el combate particularmente. Para muchos es excitante, como un videojuego, se sienten vivos. Una de las cosas que más motiva para la guerra es el aburrimiento. Lo entiendo porque cuando entré en el convento miré a mi alrededor y dije: esto parece algo grande. Quería vivir intensamente. Y muchos miembros de las comunidades musulmanas en las sociedad occidentales no se siente en casa.

P. ¿Es la democracia compatible con el islam? Algunos lo dudan porque esa religión, en teoría, aspira a dominar la vida pública.

R. Sí lo es. Todas las religiones son así, la idea de una religión como algo privado y personal es algo moderno. Hasta el siglo XVIII, era conceptualmente imposible para los cristianos separar la religión de la política. Sería como sacar la ginebra del cóctel. Pero el islam está lleno de tradiciones que encajan con la democracia muy bien. Durante las manifestaciones en París [tras los atentados contra Charlie Hebdo y contra la comunidad judía], se pedía libertad y se defendían valores de la Ilustración, y se decía que los musulmanes no se adaptan al mundo moderno porque no han tenido una Ilustración. La Liberté era un valor de la Ilustración. Pero no había libertad para los esclavos africanos trabajando en las plantaciones americanas, ni para los nativos americanos cuando los fundadores de EE UU se inspiraban en la Ilustración. Para la Ilustración, los derechos humanos eran solo para los europeos. John Locke no solo defendía la esclavitud en las colonias, sino el derecho del amo a matar al esclavo. Otro ejemplo: la democracia en Egipto a partir de la independencia fue un chiste malo.

Karen Armstrong / CARMEN VALIÑO

P. Y parece seguir siéndolo: el expresidente Morsi ha sido condenado a muerte.

R. Por un gobierno secular. Esta gente es peor que Mubarak. Es una dictadura militar. Mucha gente en esa región no tiene tradición democrática, porque han vivido o en el mundo colonial o en dictaduras sostenidas por nosotros. Ellos no tienen autodeterminación.

P. ¿Necesita el Islam una reforma, como ha escrito la escritora holandesa de origen somalí Ayaan Hirsi Ali?

R. Sí, y hay movimientos en ese sentido. Pero cuidado, porque nuestra reforma en el siglo XVI fue catastrófica por las muertes que provocó. A veces la reforma puede ser dura, cruel e intolerante. Lutero no era un hombre tolerante: él odiaba a católicos, judíos, mujeres, turcos y a cualquiera que le llevara la contraria. En cuanto al islam, es muy difícil para la gente ser creativa cuando está siempre a la defensiva. Es difícil encontrar el espacio.

P. ¿Es usted Charlie?

R. Sí.

P. Algunos escritores se han opuesto al premio del PEN a Charlie Hebdo por sus ofensas a los sentimientos religiosos.

R. Es triste que tengamos que expresar nuestra libertad insultando a la gente. Tenemos que recordar que caricaturas de este tipo han sido utilizadas en el pasado contra los judíos antes de que empezara el holocausto, preparando a los alemanes para el genocidio. Es verdad que Charlie Hebdo satirizaba todo, y que gente del periódico dijo que lo último que querían era ser antimusulmanes.

P. Meterse con una religión no es exactamente lo mismo que insultar a personas.

R. De acuerdo. Pero ¿por qué hacerlo? Creo que insultar a cosas o a personas es contraproducente. No me preocupa ese tipo de crítica, pero sí que se fomenten estereotipos que hacen que la gente piense de determinada manera. En un momento en que tratamos, pero no muy en serio, de crear una sociedad global, mostrarnos arrogantes y poco respetuosos es peligroso. En Occidente Debemos aprender que compartimos el planeta con iguales y no con inferiores.

Un Dios temible, un Jesús misterioso

En Historia de la Biblia, Armstrong explica como el judaísmo primitivo integró tradiciones orales de Israel y Judea, entonces dos territorios separados. Unas sobre un dios compasivo y otras sobre un dios colérico. Elohim y Yahvé.

P. Antonio Muñoz Molina ha escrito que Yahvé es “el personaje más inquietante que ha inventado nunca la literatura ”.

R. Tiene que leer sobre Indra en India, o Thor en Escandinavia. Son los dioses de la guerra. Ninguno de esos dioses era omnipotente, sino fuerzas de la naturaleza. Reflejaban el aspecto terrible de la vida, el horror, la crueldad, los desastres naturales. Gradualmente, a lo largo de los siglos, esos dioses de la guerra se convirtieron en símbolos de la trascendencia.

P. Sabemos muy poco del Jesús histórico fuera de los Evangelios, que se escribieron un siglo después de su nacimiento. ¿Fue Pablo de Tarso el fundador del cristianismo como lo conocemos?

R. Uno de ellos. El que conocemos mejor. Es el primer escritor cristiano cuyos textos han sobrevivido. Es importante saber que antes del siglo XVIII los escritores que escribían historia o biografías no pretendían ser factuales. Hoy lo esperamos, porque tenemos la habilidad de serlo. Estudiamos restos arqueológicos, textos antiguos.

P. Y usted explica cómo la idea cristiana primitiva se impregnó de filosofía de la Grecia clásica después.

R. Todas las tradiciones tienen que evolucionar constantemente para decir algo y tener sentido para la gente muchos siglos después. Las religiones tienen que evolucionar o están muertas.

P. Defiende el entendimiento interreligioso. Y sugiere a los cristianos que reconozcan a Mahoma, los judíos a Jesús, ambos a Buda…

R. No todo el mundo está preparado para eso. Pero es arrogante decir que una sola fe tiene la verdad.

P. Todas las religiones pretenden ser la única verdadera.

R. Eso es ego humano. Como cuando decimos que nuestro país es el mejor.

 

“Hay que priorizar las partes pacíficas del Corán”

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  •  TAWFIK HAMID | PENSADOR REFORMISTA MUSULMÁN

    “Hay que priorizar las partes pacíficas del Corán”

    Este reformista egipcio formó parte hace 35 del islam más radical. Ahora impulsa la necesidad de una reforma basada en una interpretación moderna del texto islámico

     

    Tawfik Hamid.


     

    Tawfik Hamid (Egipto, 1961) aboga por la modernización del islam. Forma parte del grupo de pensadores que piden reformas profundas para adaptar la religión musulmana a los nuevos tiempos y frenar el radicalismo. Hace 35 años, en su país de origen, perteneció a una organización radical junto a Aiman Al Zawahiri, actual número uno de Al Qaeda. Esa experiencia, cuenta en una entrevista telefónica desde Estados Unidos, donde vive ahora (entre otras cosas, es senior fellow en The Potomac Institute for Policy Studies), le hizo comprender la amenaza que supone el extremismo para el mundo musulmán.

    Pregunta. Propone una revisión del Corán. ¿Qué habría que cambiar?

     

    Repuesta. Lo primero que hay que tener en cuenta es que no se puede borrar ni una sola letra del Corán. Eso colapsaría la religión por completo. Lo más importante es contextualizarlo. Por ejemplo, sostengo que cuando Mahoma dice que hay que matar a los infieles, no se refiere a todos los infieles, sino a determinados infieles de su tiempo que cometieron determinadas barbaridades. En segundo lugar, en caso de contradicción entre las partes pacíficas y violentas del Corán, hay que priorizar siempre las pacíficas. Por último, habría que tomar el Corán como fuente principal por encima de otras fuentes, como los hadices [narraciones del profeta transmitidas por intermediarios]. En el Corán no se habla de la lapidación de mujeres, ni de matar a los apóstatas, sino en los hadices. De nuevo, en caso de contradicción, hay que dar prioridad al Corán.

    P. En otras ocasiones, ha dicho que el Corán permite pegar (no lapidar) a la mujer.

    R. Tradicionalmente, se ha interpretado en esta dirección. Sin embargo, creo que hay otros versículos que darían lugar a otras interpretaciones. Mentiría si afirmara que no hay aspectos conflictivos en el Corán. Porque si no fuera así, no tendríamos todo este problema. La cuestión es qué queremos hacer con eso.

    P. Ante tantas interpretaciones, ¿qué debe hacer un musulmán corriente?

    R. Propongo que cada musulmán exija a su mezquita o a su escuela coránica que rechace públicamente estos cinco puntos que definen a los radicales: el asesinato de apóstatas, golpear o lapidar a las mujeres que han cometido adulterio, llamar a los judíos cerdos o monos, matar a judíos, declarar la guerra a los no musulmanes, esclavizar a seres humanos y matar a homosexuales. Si son verdaderamente moderados, lo rechazarán sin problemas.

    “Mentiría si afirmara que no hay aspectos conflictivos en el Corán. Si no, no tendríamos todo este problema”

    P. ¿Ese cambio que propone es realista?

    R. La reforma que propongo es realista en teoría, pero solo será posible en la práctica si la gente que está dispuesta a cambiar las cosas siente que está respaldada. Somos muchos los que estamos intentando lanzar el mensaje, pero no tenemos apoyos. Mi página de Facebook (Una interpretación moderna del Corán, en árabe), con comentarios que promueven una lectura pacifista del Corán, hay más de dos millones de "me gusta" desde que abrió en mayo de 2013. Con apoyo, serán 20 millones en un año. Creo que cada vez más musulmanes se están dando cuenta de que existen problemas. No digo que sea la tendencia dominante. Pero algo se mueve en esa dirección. Ahora nos encontramos en un punto en el que algunos quieren avanzar y otros retroceder. ¿Qué hacemos? No podemos tenerlo todo. Una cosa o la otra. Tenemos que decidir. 

    P. ¿Quién puede liderar esa reforma?

    R. No creo que se trate de un tema de líderes. Los chiíes son más jerárquicos, pero en el mundo de los suníes no hay un líder. Cada grupo piensa de forma independiente. Lo que necesitamos es un liderazgo múltiple.

    Cinco tipos de musulmanes

    C. G.

    Tawfik Hamid divide a los musulmanes en cinco grupos:

    1. Musulmanes culturales: "Se llaman Mohamed o Fátima, no saben nada de religión; simplemente se reconocen como musulmanes".
    2. Musulmanes rituales: "Se preocupan por rezar cinco veces al día y ayunar en el ramadán, entre otras celebraciones".
    3. Musulmanes fanáticos: "Quieren incrementar el uso de la sharía, pero no son partidarios de utilizar la violencia para conseguirlo".
    4. Musulmanes radicales: "Recurren a la violencia contra los otros para imponer sus valores".
    5. Terroristas: "Los más radicales de todos, lo que ponen bombas y cometen atentados".
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Un rompecabezas religioso

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Un rompecabezas religioso

Con 1.200 millones de creyentes y dos ramas, suníes y chiíes, enfrentadas, el islam carece de una autoridad que lidere el cambio


 

En 1979, un ladino ayatolá Rujolá Jomeini aprovechó el descontento popular hacia la dictadura del último sah de Persia, Mohamad Reza Pahlevi, para alterar los equilibrios estratégicos de la Guerra Fría y trocar la historia de Oriente Próximo. En aquellos tiempos de telones de acero y películas de espías, el socialismo árabe y las monarquías coloniales habían dejado paso a una sucesión de tiranías militares —Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Siria, Irak— y viejas autocracias musulmanas —Arabia Saudí, Marruecos, incluso Jordania— que habían asfixiado cualquier tipo de oposición, especialmente si su naturaleza era islamista o salafista. Asido al populismo, Jomeini resucitó un conflicto político surgido tras la muerte de Mahoma —convertido siglos después en una disputa doctrinal— y lo transformó en una nueva batalla por la supremacía en el islam.

 

Cuatro décadas después, Irán —único país chií del planeta— y Arabia Saudí —principal reino suní— dirimen una contienda política que en los últimos años ha devenido en una cruenta guerra confesional de amplios y variados frentes. El islam se escindió en dos corrientes tras el deceso del Profeta, que no designó sucesor. Aquellos que consideraban que el liderazgo del protoestado debía corresponder a sus compañeros más cercanos son identificados hoy como los suníes; quienes respaldaban las pretensiones de Alí ibn Talib, yerno y primo del Enviado de Alá, se conocen como chiíes. En el año 661, un jariyí [disidente chií] decapitó a Alí en la mezquita de la ciudad de Kufa (Irak). Diecinueve años después, los suníes borraron gran parte de la estirpe de Alí en la batalla de Kerbala (Irak). Desde entonces, los chiíes se han quebrado en tres brazos y los suníes han disfrutado —hasta 1924— del califato, divididos en cuatro escuelas de pensamiento, huérfanos desde entonces todos ellos de una referencia única —ni política, ni religiosa— para los más de 1.200 millones de fieles (en torno al 85% suníes) que avanzado el siglo profesan la última de las tres religiones monoteístas.

Derrocado el sah —gendarme de EE UU en Oriente Próximo desde el fin de la II Guerra Mundial—, Occidente descargó el peso de su geoestrategia política sobre Arabia Saudí, pese a que en el reino del desierto impera el wahabismo, una interpretación literalista y casi herética del islam suní de la que se nutren la mayoría de los movimientos radicales islámicos del mundo (como Al Qaeda) y que comparte características con el actual Estado Islámico. Y aisló a Irán, transformado en el enemigo y en el paria de la región. Una relación interesada sostenida en las vastas reservas saudíes de crudo, que durante años han servido de venda en los ojos de Occidente frente al papel de Riad en el surgimiento del yihadismo y sus sistemáticas violaciones de derechos humanos.

En 2011, preocupado por el repunte de la violencia en Irak y el brote de las después fallidas primaveras árabes, Barack Obama tomó una decisión tan polémica como histórica. Arrinconó tres décadas de animadversión recíproca y autorizó negociaciones secretas con Irán. El presidente norteamericano asumía así un análisis que había sido desechado durante años por su predecesor: que cualquier solución a los conflictos de Oriente Próximo —incluido el palestino-israelí— demanda la presencia de los ayatolás en la mesa de los comensales. Irán sostiene el Gobierno chií en Irak; influye en el régimen dictatorial de Bachar el Asad; mantiene estrechos vínculos con el movimiento chií libanés Hezbolá y financia desde su origen al movimiento palestino Hamás (aunque este sea suní). Además, es el principal sostén de los grupos Huthi en Yemen en su lucha contra el Gobierno suní de Saná, vasallo de Arabia Saudí. Un Irán que mantiene, además, rentables relaciones políticas y comerciales con la Rusia de Putin, la Turquía del suní Erdogan y la China poscomunista.

El diálogo secreto ha fructificado en un preacuerdo nuclear que ha irritado por igual a Israel y Arabia Saudí, durante años extraña pareja de aliados frente a las aspiraciones persas. La inminencia del acuerdo ha exacerbado las diferentes guerras que Riad y Teherán libran desde hace decadas a través de sus aliados en la región por la preeminencia en el islam. Al tiempo que Irán y la comunidad internacional avanzaban en Lausana (Suiza), comenzó a arreciar de nuevo el largo y enconado conflicto en Yemen; y la oposición suní en Siria se preparaba para retomar la lucha contra el dictador proiraní. Solo un grupo ha concitado el rechazo de los dos rivales: el autoproclamado Estado Islámico, arraigado en el este sirio y las regiones suníes de Irak. Pero incluso en esto existe una marcada diferencia: mientras que Riad lo observa como una amenaza a su liderazgo en el islam suní, el régimen de los ayatolás entiende que es una oportunidad —su derrota solo es posible con la intervención de Irán— para reclamar la bandera que le fue arrebatada a los chiíes 14 siglos atrás.

Javier Martín es autor de Suníes y chíies y Estado Islámico. Geopolítica del caos (Los Libros de la Catarata).

Los dilemas del islam: la reforma pendiente

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Los dilemas del islam: la reforma pendiente

Una batalla de ideas se libra en el mundo musulmán. El empuje de los salafistas acalla las voces de quienes abogan por una interpretación moderna de la religión

 

 Las noticias acerca de la aterradora violencia en el mundo musulmán, de Nigeria a Afganistán, y las que hablan de islamistas extremistas, de Europa a Yemen, llevan a los occidentales a preguntarse cada vez con mayor fuerza si el islam necesita una reforma. En otras palabras, si podría beneficiarse de algo similar a la Reforma protestante en Europa, que en último término condujo a la Ilustración y al Siglo de las Luces, de los que todos somos herederos y beneficiarios. Lo que este planteamiento olvida a menudo es que aquella reforma fue un periodo largo y extremadamente violento que provocó la muerte de millones de europeos, en especial durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Si bien es cierto que el deseo de una reforma para los musulmanes no debería sugerirse a la ligera, lo cierto es que, en realidad, el islam ya está experimentando una reforma en la actualidad, y todos nosotros somos sus testigos.

Muchos de los mismos rasgos que condujeron a los cambios en Europa hace cinco siglos son evidentes hoy en el mundo islámico, en especial entre la secta suní mayoritaria, que representa alrededor del 85% de los musulmanes. Como entonces, la autoridad religiosa tradicional ha experimentado una enorme pérdida de prestigio; centros de aprendizaje y guías espirituales en otro tiempo venerables, como la Universidad Al Azhar en Egipto, están dominados por los Gobiernos. Se han convertido en meros portavoces que proporcionan cobertura religiosa a cualquier medida ilegítima o impopular que la autoridad política desee. El clero de formación tradicional ha perdido el prestigio social y la autoridad moral que ejercía en el periodo premoderno. Mientras esto ocurría, han tenido lugar otros dos cambios, de nuevo muy similares a los acaecidos en la historia europea. El primero es la difusión de la alfabetización masiva, de tal modo que en el mundo árabe actual muchos saben leer y, lo que es más importante, se sienten capacitados como individuos para interpretar las escrituras religiosas. El segundo cambio es la difusión barata de materiales impresos e información, mucho más fácil ahora, en la era de Internet y de las redes sociales.

 

El efecto acumulativo de estos cambios ha conducido a una fragmentación de la autoridad y a un auge de voces múltiples —y opuestas— acerca de qué constituye una interpretación y una práctica correctas del islam. Como consecuencia de todo ello, hay una batalla de ideas en marcha.

De momento, los vencedores son los salafistas o wahabíes, musulmanes suníes que defienden una interpretación literal del Corán y de las tradiciones de Mahoma [plasmadas en los hadices, breves relatos en los que se recogen palabras del profeta] porque constituyen las enseñanzasoriginales del islam. Los salafistas, que no son siempre violentos o militantes, son reformistas que desean en último extremo recuperar la autenticidad, y se presentan como los verdaderos musulmanes, diferentes de otros cuyas enseñanzas se han ido corrompiendo a lo largo del tiempo por la adopción de influencias no musulmanas. Ese punto de vista es, por supuesto, una proyección moderna sobre el pasado de un imaginario islam verdadero, que sirve a los actuales objetivos sociales y políticos de los salafistas. Uno de sus objetivos, sin embargo, es el de desacreditar otras interpretaciones del islam, en especial las sostenidas por chiíes y sufíes. Si se disculpa la analogía imprecisa, podríamos considerar a los salafistas como unos calvinistas musulmanes de nuestros días, que pretenden reformar el islam imponiendo una versión intransigente y antihistórica de la fe.

Hay otros reformistas musulmanes, del tipo que muchos europeos apreciarían, que abogan por una interpretación tolerante y democrática del islam, pero sus voces quedan enmudecidas por la crudeza de los salafistas. Para empezar, esos musulmanes liberales tienen un temor justificado a estos últimos, que son inmisericordes con sus adversarios. En segundo lugar, a los musulmanes liberales se les suele ver como protegidos de los Gobiernos, como el de Egipto, cuyo líder, el presidente general Abdelfatá al Sisi, ha afirmado también que el islam está terriblemente necesitado de reforma y de interpretaciones novedosas que contrarresten las de salafistas-yihadistas. Los liberales son despachados por algunos como defensores de los regímenes autoritarios o, aún peor, como agentes de los valores y las maquinaciones occidentales. Como tales, su influencia es limitada, por ahora al menos.

La reacción del resto del mundo musulmán ante el ascenso violento de los radicales podría tardar años

Este proceso reformista en marcha puede durar años, incluso siglos, y su desenlace final es totalmente impredecible. Lo que sabemos es que los salafistas han tomado la delantera. Es previsible que el resto del mundo musulmán les dé la espalda y reaccione ante su ascenso violento. Pero esa reacción también podría tardar años.

Esta reforma del islam sería de interés solamente académico si no tuviese una dimensión política y combativa que ha adquirido ya categoría mundial. ¿Cómo se explica la violencia política? Muchos musulmanes se sienten política y militarmente débiles y humillados, y algunos desean firmemente revertir esa situación recuperando la gloria y el poder que los musulmanes disfrutaron en un pasado lejano. Granada y Al Andalus desempeñan una función emblemática a este respecto, porque representan la cumbre del poder pasado. Grupos salafistas como Al Qaeda y el Estado Islámico consideran que el origen de la debilidad musulmana radica, por una parte, en el abandono de las verdaderas enseñanzas de la fe y, por otra, en los incansables ataques de los infieles contra los musulmanes. Al fin y al cabo, Dios ha prometido en el Corán que a los verdaderos creyentes se les dará el poder sobre la tierra (capítulo 24, versículo 55), y en consecuencia el actual orden en el que dominan los no musulmanes es una aberración que debe corregirse. Para ello, los musulmanes deben purificar su fe, pero también luchar activamente contra los no creyentes.

Para los yihadistas salafistas, los enemigos infieles no son solo los países y la civilización occidentales, sino también los despóticos Gobiernos apóstatas que mandan en buena parte del mundo árabe e islámico, regímenes como el de Riad, El Cairo y otros lugares. Para anular la decadencia islámica y recuperar el poder, los yihadistas salafistas llaman a los musulmanes a la lucha armada, un deber religioso abandonado por los musulmanes que ahora debe retomarse. La yihad es la única forma de recuperar el poder y, dado que el enemigo es tan abrumadoramente superior, todos los métodos de resistencia y acción violentas están permitidos. De hecho, los yihadistas salafistas ordenan a los musulmanes ejercer por su cuenta actos de violencia siempre que se les presente la oportunidad. Dios dará la victoria a sus creyentes, porque lo ha prometido en las escrituras.

La autoridad religiosa tradicional ha experimentado una enorme pérdida de prestigio

El Estado Islámico representa la interpretación más extrema y violenta de esta visión literalista del islam. Se centra en combatir a los enemigos, en especial a los chiíes, porque los considera herejes capaces de destruir la fe desde dentro. Pero el Estado Islámico también da la bienvenida a una guerra con Occidente, porque considera que está librando una batalla apocalíptica por el destino del mundo y busca la redención y la gloria que Dios les ha prometido a los creyentes. Al mismo tiempo, sin embargo, esta organización ha establecido un Estado de hecho, con ministerios, tribunales y servicios sociales, todo a semejanza del régimen islámico de los siglos VII y VIII, con un califa como líder. Esta forma de gobierno es utópica y se presenta como un orden político virtuoso que sigue las leyes y la guía de Dios.

El Estado Islámico ha seducido a numerosos musulmanes que han emigrado a su territorio. Lo que empuja a estos emigrantes es el deseo de hallar una alternativa a la realidad política y social en la que se encuentran y que dista mucho del ideal imaginado y ansiado. El Estado Islámico es la manifestación más clara de la reforma que se está produciendo en la actualidad, pero su realidad es brutal, como pronto han comprendido algunos emigrantes, y su excesiva violencia es insostenible a largo plazo, porque hace la vida imposible. En consecuencia, es improbable que el Estado Islámico perdure mucho, pero la razón para su existencia —a saber, el deseo de los musulmanes de reformar su religión, adquirir poder y obtener el lugar que les corresponde en el mundo— seguirá insatisfecha. Para que esto se resuelva, la reforma debe seguir su curso, como lo hizo en Europa.

Bernard Haykel es catedrático de Estudios sobre Oriente Próximo en la Universidad de Princeton.

Traducción de News Clips

Egipto entre un movimiento popular y un golpe militar

Publicado en Opinión

 

Las poderosas Fuerzas Armadas lanzaron el lunes 1 un ultimátum de 48 horas para que Morsi cumpliera con “los reclamos del pueblo”, un día después de que millones de manifestantes salieran a las calles de todo el país exigiendo su renuncia.

La posición de Estados Unidos hacia sus aliados en Egipto (la Hermandad Musulmana) fue crucial. El presidente Barack Obama hizo saber que Washington evaluará las consecuencias que la caída del gobierno de Morsi puede tener en la ayuda que presta a Egipto. Alrededor de 20 por ciento del presupuesto militar egipcio depende de fondos que vienen de Estados Unidos.

Sin embargo, Obama se abstuvo de hablar de golpe de Estado, mientras muchos egipcios consideran que se trató de una movilización que completa la revolución del 25 de enero de 2011, que había sido apoyada por el ejército.

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